sábado

Turn it again

Alguna que otra cosa que se me vaya ocurriendo escribiré.
Susceptibles a la falta de coherencia, abstenerse.

Homosexualidad femenina.
Olga Armenilda Cachuza y Costancia de Alumno Regular Juaréz eran amigas desde la infancia. Cuando niñas, la noche todavía era día, el Colorado recién adicionaba su sobrenombre al de Colorín y se fundaba el primer volcán. Ya más adolescentes, una por un lado y otra por el otro, obvio, criaron a los dos primeros llobacas de la historia, así era el trato. Un buen día las dos comenzaron a tener deseos sexuales. Y así fue que, como al ser sólo dos de su misma especie y orientación sexual, trabaron sus lenguas en señal de una auguriosa experiencia.
El primer Tornado negro.
Corría, trotaba y elongaba el año 1950, cuando un señor se rescató de que los años coloniales americanos (“El descubrimiento”), no sólo habían traído consigo a miles de hombres, sino también tradiciones, las cuales podría representar a discreción. Tradiciones esclavistas, opresoras y demás malas yerbas.
Así fue que este señor hollywoodense se acordó y organizó un programa llamado "El Zorro". Con sus hacendados, encomenderos, encomendados, esclavos, religiosos, y así, se hizo rico. Más rico que una riquísima en pelotas. Al llobaca del programa lo llamaron "Tornado". El primer Tornado negro.
Fundación de Santa Fe.
Jalisco. México. 3 PM. Aburrido como bailar con la hermana. Chinga su madre buey. Tequila.
Juan de Garay. El Juande.
- ¿Qué carajo hago en Jalisco, México, Centroamérica, escabiando tequila? ¿Cuántos hectopascales habrá? -Se pregunta preocupado- Y parte hacia Argentina.
Llega. Funda Santa Fe. Y después le saca la funda. Porque no se veía el territorio.
El padrino, Bart Simpson y Don Conchudo.
- ¡Don Ciccio, la pasta! ¡La pasta d’la nona! ¡Don Ciccio! ¡La bolognesa se hace l’pomarola!
- ¡Don Fioretto! ¡La pasta! ¡La pasta dell’a nona!
- ¡Don D’Amico! ¡La pasta! ¡La pasta!
Y Don D’Amico, el más rescatado, rescató la pasta justo a tiempo:
"Si no, la pasta se pasaba de pasta
y pasaba a ser pasta pasta,
como la pasta que pastan pastando,
las vacas pastoras, pastoras de pasto”.
-Tiró Don D’Amico-
(Hubo cánticos de aprobación por parte de la Familia)
Don D’Amico era una leyenda viviente. Era el padrino de Don Domenicquito, el más chicquitito (?).
Don Fioretto, era un chiste viviente. ¡Eh Don Fioretto, agachate que tell’ameto! Era el objetivo fácil de las bromas, como ese capítulo en el cual lo es Bart Simpson en Los Simpsons (Anda la osa, Bart tiene sentimentos!)
Y Don Ciccio, era el hijo del italiano más tano, el más corajudo y peludo: Don Conchudo.
Conquista del espacio por parte de Jewounda.
En el espacio no existen los años. El espacio sólo existe como tal. Miles de criaturillas galácticas lo surcan, algunos llegan a el por Internet.
Jewounda, una torcacita interespacial de un planeta llamado Kucumelous, asumió el riesgo de buscar nuevas razas y con una nave muy linda financiada por el Estado, emprendió la aventura. “If fi if fi, fi shi” era su lema, que traducido a nuestro idioma es algo así como: “Sobrevevir es mi única ley”. Rudo. Rudo como Silvio Esta Lona en Ramón XVI, aquella peli en la cual también actuaba, el recordado Dani Debito en el Banco Nación.
Jewounda arrancaba siempre primero en los párrafos.
Surcando universos, viendo galaxias, se rescató de la libertad de éstos. Decidió tomar cartas en el asunto, para jugar un trucazo (Luego de aprenderlo por Internet), visitó la Vía Láctea y posteriormente, nuestro planeta.
El aterrizaje no fue nada fácil, ya de por sí porque “El cuete no entraba en l’atrósfera” según los científicos. El momento del estacionamiento fue el más tenso.
La calle no dejaba demasiado resquicio pa’ meter la nave. Así era: O la nave de Jewounda o el Fiat 600.
El Fiat 600 no daría el brazo a torcer, pero como no conocía nuestra raza, Jewounda no lo sospechaba.
Jewounda impaciente, se armó de valor y con un rayo gamma desintegró al Fiat 600 en un instante.
Jewounda estacionó.. Jewounda había conquistado el espacio.

Agh necesitaba algo así.
Y al que no le guste hermanito querido, que se vaya a cagar!